SELECCIÓN-HERENCIA GENÉTICA-DEGENERACIÓN Y CONSCIENCIA
El rostro es lo primero que inevitablemente leemos en el momento en que visualizamos el conjunto de una persona.
La motivación que me mueve, como retratista de oficio es el misterio de la selección que intuitivamente hacemos cada uno de nosotros, ¿qué mecanismos intuitivos utilizamos para hacer esta selección tan personal, íntima e irracional?
El paso del tiempo, las emociones y la herencia genética, evidentemente, dejan en nuestros rostros una huella valiosísima que nos enriquece en información para ir en busca de este misterio.
La primera reflexión se dirige al impacto visual de un rostro extraño.
La segunda reflexión corresponde cuando se trata de personas de nuestro entorno familiar.
La tercera reflexión quiere llegar a la consciencia poco desarrollada de nuestra sociedad, que elude y esquiva el paso del tiempo, envejecer, la inevitable degeneración de nuestro cuerpo.
Por último, y como cuarta reflexión, el ejercicio que os propongo exige de nosotros aprender a mirar en silencio, porque sin duda cada rostro nos quiere explicar algo.
Enfrentarse a un rostro, a una persona, exige comprensión, empatía, saber escuchar, compartir un tiempo posiblemente fuera de la comodidad de un ordenador en una habitación vacía. Pese a la felicidad para comunicarnos, somos testimonios protagonistas de una era de soledad y progresiva individualidad de las personas.
Aprender a mirarnos, observando el tono de la piel, las huellas a través de las arrugas y, sobre todo, los ojos. Los ojos, cuando nos hablan y cuando lo hacen sin palabras, su brillo o vacío, la aparente alegría y la auténtica, el movimiento a veces imperceptible del conjunto de músculos del rostro que nos da un carácter y todo lo que esto forma, son la expresividad genuina de cada persona.
<<Mitades>>, quiere ser un ejercicio duro de visualización para llegar a perdonarnos mutuamente, tanto a través de la nostalgia de lo que quisimos ser, los progenitores, como a través de la percepción ingenua de los hijos a pensar que la juventud es para siempre.
Para comprender el esfuerzo, para entender, pese a las circunstancias, que la construcción de uno mismo es solo un proceso individual que exige constancia y determinación, sin olvidar en absoluto nuestros orígenes. ¿De dónde venimos?, ¿cómo somos? y, sobre todo, ¿qué queremos ser?